3.1. INVARIANTES HISTÓRICOS

a) La ubicación urbana no es ajena a la continua aportación acuífera de la sierra al río, aprovechada secularmente por los pozos existentes en el interior del caserío. La riqueza acuífera del subsuelo es consustancial al equilibrio climático y ecológico del Conjunto Histórico.

b) A pesar de la desaparición parcial de la muralla, ha de entenderse al Conjunto Histórico como un núcleo diferenciado del resto de la ciudad, aún las ambigüedades fronterizas en alguno de sus puntos.

c) La importancia histórica de la relación entre el Puente Romano y la Puerta y Plaza del Triunfo como entrada simbólica a la ciudad y valor emblemático es un factor a tener en cuenta para su mantenimiento y dignificación.

d) El paisaje urbano del Conjunto Histórico se valora como un perfil continuo y paralelo a la orografía, con un valor constante de poca altura (2 plantas) y jalonado únicamente por el hito monumental.

e) La herencia de la cultura romana subyace en el subsuelo y en algunos trazados urbanos, así como en la pervivencia del Templo Romano y del Puente Romano.

f) La concentración al sur de la Judería de los poderes políticos y religiosos desde épocas bajomedievales ha legado una zona monumental que ha pervivido hasta nuestros días.

g) La transformación urbana comenzada en época visigótica se consolida en la dominación musulmana perviviendo su estructura general, hasta hoy.

h) La cultura árabe instaura un entendimiento de ocupación del suelo basado en un orden dimanante del patio, cuya geometría rectangular estructura crujías en torno a él.

i) Todos los periodos culturales de la ciudad desde la conquista cristiana ha entendido el valor de la arquitectura del patrimonio heredado y la economía de su reutilización.

j) Los periodos de mayor brillantez ideológica y económica han propiciado pequeñas operaciones de reforma para higienizar la trama urbana y para dignificar la presencia de la casa solariega y, sobre todo, del equipamiento, elemento de constante incorporación desde el Renacimiento.

k) Los procesos de apertura y ensanche de finales del XIX y principios del XX sobre el tejido urbano del noroeste del Conjunto Histórico han fraguado en una situación consolidada e irreversible, pero coherente en si misma.

l) Las décadas de los 60 y 70 de este siglo propiciaron una forma distinta de construcción del casco a la secularmente establecida. Dicho momento coincide con la emigración de la población joven a la periferia, dejando al Conjunto con una densidad parecida al resto de la ciudad.

m) El momento sociocultural apuesta por los equilibrios ecológicos y medioambientales.

n) Una característica fundamental de la estructura urbana cordobesa es la continuidad espacial entre las áreas libres, sean públicas o privadas.

ñ) El patio, elemento estructurante y estancia principal de la casa, protagoniza la relación con el espacio abierto, convirtiéndose en la principal fachada del edificio.

o) El monumento, como contenedor de equipamiento, adapta su morfología a las necesidades funcionales; pero, siempre que pueda, intenta estructurarse de manera parecida a la casa, dignificándose por tamaño, orden y materiales.

p) La climatología cordobesa ha condicionado la forma de vivir la casa, demostrándose las bondades de su morfología para este aspecto.

q) La forma tradicional de cubierta de la edificaciones, casi absolutamente, con faldones inclinados de teja cerámica árabe.

r) Los patios y jardines del Conjunto Histórico suponen los pulmones de la ciudad y la transpiración entre tierra y aire. La ínfima ocupación del subsuelo, nunca bajo el espacio libre, ha conseguido que se mantenga el equilibrio bioclimático.

s) La construcción del caserío ha sido durante siglos mediante muros de carga y terminación a la cal. Mayoritariamente de dos plantas, su sistema estructural ha resultado coherente con la escala urbana y con el comportamiento entre medianeras. Su color blanco ha definido la imagen urbana.